
La oscuridad borra el día,
y a la luz cenital te veo,
como cuando te conocí.
A la puerta de tu casa
mis palabras
te las trajo el viento.
El amor se fue
cual de una rama la hoja,
perdido su lustre y su color.
Poemas Inéditos
La oscuridad borra el día,
y a la luz cenital te veo,
como cuando te conocí.
A la puerta de tu casa
mis palabras
te las trajo el viento.
El amor se fue
cual de una rama la hoja,
perdido su lustre y su color.
Mujer pobre…
como bosque tras la tala
como montaña agreste.
De corazón libre y fuerte
como oleaje del mar y ojos
de resentimiento oscuro.
La cara surcada por dolor,
y la facha cuestionada
la subyugan a una mala cosecha
Luchadora incansable,
buscadora de su propia ilusión:
el espejismo de vivir mejor, algún día.
Colgados a la soga
cual bombilla eléctrica.
Esperando que alguien
encienda la luz en la pieza.
La soga nos gira cual péndulo
a los vaivenes del tiempo.
Tiempo de señores
que están muy bien puestos.
Hay que poner los pies
en la tierra y no morir ahorcados.
En las calles el miedo agarra.
Nuestra alma, elegante y sin orejas,
es una extraña de ojos abiertos,
rojos, verdes, ámbar.
Evaporizado del hervor en las ollas,
intrépido y misterioso,
entró en nuestra sangre,
en el aliento de los comensales.
El estofado de pangolín y murciélago,
quema la garganta y calienta el discernimiento.
En aislamiento, escucho el grito del que huye,
perseguido por las garras de una plaga.
Cayeron las estrellas
el cielo quedó vació
la Tierra oscura
Y yo libre al fin
de todo lo abstracto.
Hay que tener resiliencia,
mesura y esfuerzo,
para una larga vida.
No me cierres la boca,
No borres mi historia
Ni subestimes mi existencia.
No cuelgues en el armario
mi experiencia o silencies,
antes de tiempo, el ímpetu de mi corazón.
Mi pensamiento está en tus horas,
la luz reverbera en tu rostro.
Asida por la añoranza
un rayo de esperanza me alcanza,
y quiero sentir, otra vez, lo ido.
En la mesa la comida y en el vaso de vino, el resguardo.
Debajo del mantel intrigas o acuerdos solapados.
Mimos a los niños y paciencia con los tíos.
Desapegados…,
y los abrazos son
un contrapeso para que las ramas
continúen sujeta al mismo árbol.
Recuerdo su silencio,
su carácter apacible.
Al peinar sus rizos
supe que los secretos humanos
son difíciles de desanudar
Vivió callado y templado,
el medio tono perfecto,
para satisfacer al mundo exterior que lo rodeaba.
Mujer, lucero milenario,
jirón de luna, aguas de un río,
musgo oscuro de los charcos.
Lagrima y combate
para elegir alados
posarse en tu piel.
El otoño no destiñe tu vestido y
el invierno te encuentra fuerte.
Amé la furia y la quietud,
de tu amor.
El sol al despuntar,
los pinos a la orilla de tu casa.
Las notas de tu guitarra,
tus besos debajo las sabanas,
tus ojos claros encendidos
de pasión.
Tu gastado pantalón,
tu camisa, tus zapatos,
todo esto amé,
mi lealtad de perro,
mi cautela de gata
mi persistencia cual maleza de en tu jardín.
Tú lo sabes,
mis días son caminos,
que quieren llegar a tus brazos.
Las horas me las paso esperando
escuchar tus pasos, tus pasos y tu voz.
Mi deseo lleva tu nombre,
y en prenda tu corazón.
Tú lo sabes
si hasta por el sordo escucha
la rogativa de mi voz.
No me avisen que has muerto.
No me inviten a tu funeral.
Seas como la gente que
se han ido de mi vida
y me dejan la esperanza que volverán.
Enterrado y llorado
recordaré tu carne muerta,
y tendré una soledad sin esperanza.
No me avisen de tu muerte,
no me inviten a tu funeral
sea tu partida ese libro en el estante
que hace mucho tiempo no leo.
A veces
la soledad es mi compañía y
el silencio es una balsa que
me mece y me separa.
Me gusta estar ausente ,
ser una flor silvestre, que nadie planta.
Las imágenes toman forma,
personajes paridos de tu imaginación,
vivos bajo tu omnipresente tutela, nosotros
aguardamos la llegada del dios-escritor
Los llevaron a la guerra
desde las montañas de India,
desde la jungla de Vietnam,
desde la sabana de Senegal.
A Europa,
a la contradicción del diálogo,
respetar al blanco, matar al blanco.
El oficial inglés, el oficial francés,
guían a los guerreros hacia el frente.
Nadie nos visita ni
se sienta a conversar,
la calma no nos sirve,
Las arenas del tiempo
cubre lo que fuimos,
nos hemos vuelto viejos y
sentado a esperar.
Un día bajé del árbol
y al trasluz de los siglos-
a lo largo del camino-
he amado el calor del sol,
el cobijo debajo un árbol,
y he escrito sobre papel.
Es el vientre materno lo que nos enlaza.
y nos peleamos por el pan –
en este mundo de hombre-
que tu hombre pone en la mesa.
Desunidas parimos hijos- balines de guerra-
parimos hijas -carne para hombres buitres-.
Mi ego ama para mi beneficio y sin compromiso,
su amor es fuerte oleaje contra rocas.
Su espíritu, a veces, cae hondo en la tristeza,
y resurge fuerte, en rebeldía.
Una obsesión malsana lo ancla a mi propio martirio.
La rosa meditativa
sobre las torres del Alcázar.
La espada del matador secciona su tallo
y meditativa la rosa queda suspendida
entre el cielo y la tierra,
entre el mundo y mi mano.
El más querido tiene el sol en su sonrisa, sus manos agarran mi cintura bajo la luna. Su piel huele a flor del limonero, su pecho es un nido acurrucando mi amor.
Por la noche es libre como el viento y en la mañana es rocío sobre una flor.
En mi cama y en mi almohada es él, el más querido
Como a un pez el anzuelo
tu amor me encontró
y me arrastró fuera de mí.
Me envolví en tu mirada,
me embaucaron tus palabras y
en mi frente llevé tu beso.
A lo lejos, una ranchera desesperada
y juro nunca más amar, pero,
el amor es sólo casualidad.
Lo quiso, él era gentil , amable
llano a entregar su corazón.
Ella, desde siempre, arrastraba
amores perros en su corazón,
golpes, mentiras y engaños.
El duende jugaba en su cabeza,
su razonar lo disculpaba.
Una noche, en su huida,
él la alcanzó y con la llave de casa
le arrancó los ojos.
Reunidos en una ocasión fortuita
comunicamos sueños
compartimos consejos
como viejos amigos.
Confidenciamos el tiempo pasado
y planeamos el futuro
porque nunca más nos veremos.
Contra los sucesos.
luché por conservar
la habituada llama,
la escudé con mi cuerpo
y quise ganarle al viento.
Se quebró el orden.
La puerta dio un golpe,
la ventana vibró.
Tenías la cara contra el vidrio,
la última vez que miré hacia atrás.
Ese amor hecho de arcilla,
rojo en el crepúsculo de la tarde.
Alfarera fui en tus brazos y a mi gusto
moldeé tu cuerpo enamorado.
Fuimos dos figuras maleables entre las sábanas,
dos artistas en un escenario
recitando elocuentes parlamentos de enamorados.
En la oscuridad de la guarida y
a la lumbre del fuego,
fantaseamos ver hostiles gigantes en la pared.
Se apilan los cadáveres de seres humillados,
todos arrancados del curso natural de su vida o muerte.
Víctimas inocentes horrorizan
la historia de nuestra humanidad.
Árboles sin nudo en los brazos,
las ramas se topan o se apartan
al vaivén del viento.
Lleno de oxígeno y de sol
es el brote y desde la raíz crece
para beneficiar el mundo.
Solos…
Como si fuéramos lobos.
Apartados por circunstancia.
Cómodos en el bosque
y asustadizos en rascacielos.
Siempre solos…
La risa asusta
La mirada desconcierta.
Desbordados de soledad escapamos,
a encontrarnos nuevos espacios vacíos
Solos…
Al brillo de la luna
aulla nuestra alma, y
sin ella, seriamos sólo oscuridad.
Expertos en conversación frívola
sentados a la mesa
compartiendo la impuesta celebración Sigue leyendo
original de María Belén de nueve años
En la esquina el organillero toca
la canción que el niño canta,
el loro saca la suerte
mientras el mono baila. Sigue leyendo
original de María Belén, 9 años
Con tus ojos vi la inocencia donde no estaba
y con tu nariz olí perfume en la podredumbre de las flores.
Fui sorda a la verdad y cubrí el desconsuelo con mi máscara para proteger mi sanidad…