Archivo del Autor: Jvegag
El Gallo
El gallo dejó caer el ala frente a la estatua y levantó la cresta en un remolinar de pluma. La más bella diosa de la galería sostenía entre sus finas manos, sobre su vientre redondo y la media luna de sus pechos, a la gallina de los huevos de oro.
Una buena razón
Cambios climáticos, pestilencias y muerte,
la radiación secó los fluidos de mi cuerpo
encogiéndome a una partícula.
El diamante de la creación a punto de extinción.
La violencia es el arma para sobrevivir,
ojos crueles y egoístas espían por presa,
a estómago saciado.
Tormentas me arrastran por suelo,
el animal quebrado muere rezagado.
Violencia
La luz rompe la oscuridad
las nubes chocan
la lluvia golpea la tierra
el sol prende la rama
el viento atiza
La rabia mueve la mano
el golpe rompe la boca
la patada machuca
La palabra clava
la mirada desprecia
el engaño degrada
la avaricia descrimina
el abrazo aprieta
Pasajeros de la vida
A tientas avanzamos
por la historia,
hasta el tiempo sin ruido.
Los duendes atrapan el pasado,
pronostican el futuro,
y dejan el presente ignorado.
Somos un momento fugaz
sin registro en las pupilas.
Malas noticias.
La luz de la mañana iluminó el dormitorio. Un moscardón madrugador rompió el silencio sobre la cabeza de Eloy Pizarro, se levantó en calzoncillos, tomó la jarra de agua y la vació en el lavatorio. Se lavó la cara, las axilas y se secó con la toalla. De la repisa sacó la peineta, agarró la camisa y del suelo sus pantalones. Luego salió a inspeccionar sus repollos
La calle de enfrente a su chacra lo llevaba al Dimeno, un almacén que visitaba cuando tenía que comprar provisiones y vender sus hortalizas. La dueña, Doña Marta, era una especie de amiga que lo conocía de toda la vida.
Eloy miró el cielo. Si llovía, se iría al diablo su siembra. Decidió ir a lo de Marta a negociar el precio. Salió mascando una hojita de menta para endulzar su aliento. Al llegar al almacén vio a Marta al otro lado del mesón pelando habas. Tenía la televisión encendida sin prestar atención al noticiario. Unos jóvenes habían asaltado un cajero automático. Al poco rato entraron dos hombres con placa y preguntaron por un tal Eloy Pizarro.
Eloy, al escuchar la pregunta se puso muy tenso, cruzó su mirada con Marta. Ella entendió.
El loro en la pieza del motel
La billetera sobre el velador, la chaqueta en el respaldo de la silla y el loro dentro la jaula cerca de la ventana.
El hombre, con los pantalones y calzoncillos abajo, abrazado a la almohada en un solitario frenesí.
La cama del motel crujiendo bajo su peso, y el loro preguntando: qué pasa ahí, qué pasa ahí.
El hombre lanza un grito desgarrador y el loro abre sus alas, golpeándolas contra las barras de la jaula, qué pasa ahí, qué pasa ahí.
El hombre se tiende de espaldas y se queda mirando fijamente la mancha húmeda dibujada en el cielo raso.
El loro, sin respuesta.
Femicidio
Mujer ten cuidado,
el mal revivido entra a tu aposento,
hay lágrimas en tus ojos …
Nadie debe traer de vueltas un tiempo de dolor.
Tus vísceras se rompen,
y el agrio sabor a la amargura
te llena la boca
No se acerque,
no golpeé a tu puerta.
No recibas su presencia
encadenada a hábitos, ya olvidados.
Hombre
Albañil,
con maestría levantas la casa
donde habita mi amor.
Tu boca aviva mi cuerpo,
el reloj vuelve su espalda,
y el mundo se desvanece en mi mente.
Tu grito escucho en
la liviandad del sexo disfrutado…
luego,
te liberas de mi abrazo,
mustio y desarmado, te vas…

Catedral México

La otra cara
La llama del fuego
ilumina el cielo
y engaña a la mariposa.
Sombría la vida
impone sus reglas
en el cuartel de las normas.
Persiguiendo mi suerte
sobrepaso el confín
y apuesto por los juegos.
A mi puerta
se abre la noche
excitando el deseo.
Sacrilegios arcaicos
reverdecen en las sombras
y se añejan en el día.
Faustino
Conocí a Faustino en mi nuevo trabajo, era hijo de italianos, de Vicenza. Un gordo regalón de cincuenta años que vivía con sus padres. Admirador de “La guerra de las galaxias“, soñaba con invertir en el mercado inmobiliario y dejar de trabajar. Estaba a cargo de emitir cheques a los clientes y cometía errores que causaban caos en el sistema, a las amonestaciones del jefe contestaba nerviosamente con excusas que nadie entendía, y para pretender que no le importaba la reprimenda, en cuanto el jefe se daba la vuelta, lanzaba su consabida frase, vaya con la fuerza.
Su escritorio estaba junto al de Juanita, una mujer desagradable, tan gorda como él, pero muy eficiente, a pesar de jugar al solitario en sus hora de trabajo. Ella Había sido amiga de Faustino, pero terminó detestando su desprolijidad y flojera, lo tenía en la mira y él se daba cuenta, por eso creo, la usaba como blanco de sus chuscadas. En la oficina, todas las mujeres, veían a Faustino como un bobo, su humor pueril sobre Juanita las incomodada, temían transformarse también en el objeto de sus payasadas.
Los colegas teníamos la costumbre de ir al pub el último viernes del mes, por unas cervezas, Faustino nunca participaba, él no bebía, su enorme barriga se debía a la abundante comida italiana que su madre le cocinaba. Un día me sorprendió con una cajita de colación, su madre la había preparado para mí, la acepté porque no supe decir no, me dio lástima, mi flaqueza me convirtió en su amigo; la mayor parte del tiempo. Sin embargo, cuando su madre me envía una “cajita“ almorzábamos juntos. Su conversación comenzaba con sus proyectos para hacer dinero en el mercado inmobiliario, entonces yo, intencionalmente, le desvía la conversación a Juanita, sus bromas sobre ella, para mí, eran más aceptable que sus desquiciados planes para hacer dinero. La seriedad de su discurso cambiaba de inmediato pues le gustaba ser chistoso, –sabías que un día Juanita fue raptada por alienígenas y concluyeron que no hay vida inteligente en la Tierra, o, – Juanita se fue de vacaciones a una playa desierta, no cabía en ninguna otra.
En primavera, a una cuadra de la oficina, se instaló un restaurante topless. Faustino, con los ojos brillantes y el color subido al rostro me describió a las mozas de la cintura para arriba, llevaban suspensores, estos tapaban la punta del pezón y sujetaban un pequeño delantal con encajes. -Podrías invitarme, sugerí. – No, es muy caro y exclusivo, vi al director ahí. Faustino al ser un gordo rubio se creía con clase. Ese restaurante trajo otra dimensión a la vida de mi colega, ahora tenía mujeres semidesnudas, al pago de un almuerzo. Dejó sus comentarios sarcásticos sobre Juanita, la ignoraba, en verdad nos ignoraba a todos.Una tarde, de regreso de almorzar, se quedó dormido frente al computador, roncando estrepitosamente, soñando, imagino, con las mozas topless. A Juanita, esto le colmó la paciencia y escribió una carta a recursos humanos denunciando la actitud poco profesional de Faustino. Al día siguiente Faustino no apareció por la oficina, tampoco al otro, ¿qué pasaba con Faustino? No lo sabíamos. Juanita aseguraba que lo había echado, gracias a su carta. Pero, después nos llegó la mala noticia que había sufrido un ataque cardíaco, en un motel. La moza huyó desnuda fuera de la pieza, tal cual se registra en la cámara de seguridad.

luna

Mancha de animal salvaje

a acuarela

Pero en fin…

La oscuridad borra el día,
y a la luz cenital te veo,
como cuando te conocí.
A la puerta de tu casa
mis palabras
te las trajo el viento.
El amor se fue
cual de una rama la hoja,
perdido su lustre y su color.
Vulnerada
Mujer pobre…
como bosque tras la tala
como montaña agreste.
De corazón libre y fuerte
como oleaje del mar y ojos
de resentimiento oscuro.
La cara surcada por dolor,
y la facha cuestionada
la subyugan a una mala cosecha
Luchadora incansable,
buscadora de su propia ilusión:
el espejismo de vivir mejor, algún día.
La soga
Colgados a la soga
cual bombilla eléctrica.
Esperando que alguien
encienda la luz en la pieza.
La soga nos gira cual péndulo
a los vaivenes del tiempo.
Tiempo de señores
que están muy bien puestos.
Hay que poner los pies
en la tierra y no morir ahorcados.
La plaga
En las calles el miedo agarra.
Nuestra alma, elegante y sin orejas,
es una extraña de ojos abiertos,
rojos, verdes, ámbar.
Evaporizado del hervor en las ollas,
intrépido y misterioso,
entró en nuestra sangre,
en el aliento de los comensales.
El estofado de pangolín y murciélago,
quema la garganta y calienta el discernimiento.
En aislamiento, escucho el grito del que huye,
perseguido por las garras de una plaga.
Pandemia

coronavirus,3d render
Mientras las hojas en los árboles aún están verdes, ninguna de ellas ha caído antes de tiempo, yo yazgo sobre este camastro en el pasillo de un hospital. Estoy agónico y asustado, desmoronados frente a un patógeno invisible que menoscaba mi salud.
Ayer brindaba por el éxito de un futuro resguardado por la tecnológica, hoy he recordado que la sabiduría humana la perdí cuatro mil años atrás a la orilla de dos ríos, poco antes de echar a andar toda esta maquinaría de mercado.
Imperio tras imperio, mientras más peones tiene el juego más dura la farra y es más grande es el botín. Más adinerados unos pocos, tanto más pobre la mayoría.
En este mundo sanitizado me olvidé de los virus y son más ciertos que el Dios celestial.
Ahora el virus castiga mi arrogancia, está apoderándose de mis pulmones, llevándose mi vida. Pido una tregua, un pequeño espacio para alejarme y dejarlos pasar, sin irme con ellos.
Secretos
Recuerdo, el aparador hecho en madera de los bosques sureños, imponente en la sencillez del comedor. Sobre una de sus repisas el jarrón de greda, verde, con ramillete de azucenas blancas, dibujadas en su vientre redondo, espacioso, donde caían pequeñeces que en algún momento sobraban en las manos. Un adorno intocable de la abuela.
La luz del sol dejaba ver el polvillo sobre la ovalada mesa del comedor que, desde que murió el abuelo, la familia no ocupaba. A esta pieza se iba como a un museo, a mirar sin tocar nada. La foto de dos jóvenes recién casados colgaba al centro de la pared.
Fue mi hermano menor que acercando una silla para hurguetear volcó el jarrón, al ruido acudieron todos y encima del jarrón roto una foto que la abuela se precipitó a recoger del suelo. Muy nerviosa, nos miró angustiada, casi llorando. Nunca supimos por qué.
Fin del mundo
Cayeron las estrellas
el cielo quedó vació
la Tierra oscura
Y yo libre al fin
de todo lo abstracto.
Viejos
Hay que tener resiliencia,
mesura y esfuerzo,
para una larga vida.
No me cierres la boca,
No borres mi historia
Ni subestimes mi existencia.
No cuelgues en el armario
mi experiencia o silencies,
antes de tiempo, el ímpetu de mi corazón.
El rosal
El aroma del rosal le recordaba su juventud.
El regreso del sol… le recordaba su cuerpo joven, terso, sus caderas de curvas ligeramente llenas como una rosa abierta al madurar.
La primavera presagiaba una vida buena… y los colores y los aromas preparaban su cerebro para amar.
Los pajarillos estaban alborotados como su corazón al ver pasar a un muchacho bello.
La espinas del rosal le recordaba las heridas de la vida y su sufrir, porque, la vida es un papel liviano, lleno de palabras…algo que está y le dice, anciana junto al rosal .
Añoranza
Mi pensamiento está en tus horas,
la luz reverbera en tu rostro.
Asida por la añoranza
un rayo de esperanza me alcanza,
y quiero sentir, otra vez, lo ido.
Fiesta familiar
En la mesa la comida y en el vaso de vino, el resguardo.
Debajo del mantel intrigas o acuerdos solapados.
Mimos a los niños y paciencia con los tíos.
Desapegados…,
y los abrazos son
un contrapeso para que las ramas
continúen sujeta al mismo árbol.
Oscar
Recuerdo su silencio,
su carácter apacible.
Al peinar sus rizos
supe que los secretos humanos
son difíciles de desanudar
Vivió callado y templado,
el medio tono perfecto,
para satisfacer al mundo exterior que lo rodeaba.
Mujer
Mujer, lucero milenario,
jirón de luna, aguas de un río,
musgo oscuro de los charcos.
Lagrima y combate
para elegir alados
posarse en tu piel.
El otoño no destiñe tu vestido y
el invierno te encuentra fuerte.
Amé
Amé la furia y la quietud,
de tu amor.
El sol al despuntar,
los pinos a la orilla de tu casa.
Las notas de tu guitarra,
tus besos debajo las sabanas,
tus ojos claros encendidos
de pasión.
Tu gastado pantalón,
tu camisa, tus zapatos,
todo esto amé,
mi lealtad de perro,
mi cautela de gata
mi persistencia cual maleza de en tu jardín.
Tú
Tú lo sabes,
mis días son caminos,
que quieren llegar a tus brazos.
Las horas me las paso esperando
escuchar tus pasos, tus pasos y tu voz.
Mi deseo lleva tu nombre,
y en prenda tu corazón.
Tú lo sabes
si hasta por el sordo escucha
la rogativa de mi voz.
No voy a tu funeral
No me avisen que has muerto.
No me inviten a tu funeral.
Seas como la gente que
se han ido de mi vida
y me dejan la esperanza que volverán.
Enterrado y llorado
recordaré tu carne muerta,
y tendré una soledad sin esperanza.
No me avisen de tu muerte,
no me inviten a tu funeral
sea tu partida ese libro en el estante
que hace mucho tiempo no leo.
A veces,
A veces
la soledad es mi compañía y
el silencio es una balsa que
me mece y me separa.
Me gusta estar ausente ,
ser una flor silvestre, que nadie planta.
La chica mami
La chica mami, era una niña muy glotona y un día fue con su familia a la pizzería. La cocinera que les conocía les sirvió una enorme pizza; alborotada por tan apetitosa merienda la niña la acercó hacia si y, antes que sus padres se dieran cuenta, le ahincó el diente. – Ay, gritó la pizza y, esquivando otra mordida, se elevó por sobre la niña.
La chica mami muy asustada corrió fuera de la pizzería, pero la pizza fue tras de ella, persiguiéndola. La niña bajó por las escalera mecánicas hasta la calle y la pizza detrás de ella. Nunca había hecho tanto ejercicio, sus piernas respondían bien y se envalentonó a no dejarse atrapar por la un platillo volador de queso, tomate y chorizos que quería estrellarse contra su cara.
Al sacarle ventaja se detuvo a tomar aliento. ¡Fue sólo un mordisquito! se dijo y volvió a correr porque la pizza se aproximaba.
Volvió a la pizzería a esconderse en los brazos de su madre y para su asombro, la pizza en la mesa la esperaba.
Lector
Las imágenes toman forma,
personajes paridos de tu imaginación,
vivos bajo tu omnipresente tutela, nosotros
aguardamos la llegada del dios-escritor
Bandurrias
Su amiga Isabel le había encontrado novio , Gladys estuvo encantada y propuso organizar una pequeña reunión de amigos para conocerlo.
Por la mañana del día de la reunión Gladys compró flores para hermosear la sala en la que recibiría a sus amigos .
Por la tarde preparó la merienda, después se entregó a acicalarse y eligió un vestido que fuera con su color de piel.
Al atardecer comenzaron a llegar los amigos, saludos y risas auguraron una noche de alegría y calor humano.
Ya estaban todos reunidos cuando un desconocido se unió al grupo. En la sala Gladys lo vio al lado de Isabel.
Tal cual había acordado con su amiga, Gladys se mantuvo a distancia para observarlo mejor. Tuvo que contar su respiración para calmarse ante la belleza del recién llegado, al final tomó coraje; el momento de la presentación había llegado. Pero, al acercarse, los vio tomarse de la mano, y comprendiendo lo que había pasado, a Gladys la conversación en la sala se le transformó en voces de bandurrias que anunciaban un cambio en el tiempo.
Guerreros
Los llevaron a la guerra
desde las montañas de India,
desde la jungla de Vietnam,
desde la sabana de Senegal.
A Europa,
a la contradicción del diálogo,
respetar al blanco, matar al blanco.
El oficial inglés, el oficial francés,
guían a los guerreros hacia el frente.
Arenas del tiempo
Nadie nos visita ni
se sienta a conversar,
la calma no nos sirve,
Las arenas del tiempo
cubre lo que fuimos,
nos hemos vuelto viejos y
sentado a esperar.
Evolución
Un día bajé del árbol
y al trasluz de los siglos-
a lo largo del camino-
he amado el calor del sol,
el cobijo debajo un árbol,
y he escrito sobre papel.
Desunión
Es el vientre materno lo que nos enlaza.
y nos peleamos por el pan –
en este mundo de hombre-
que tu hombre pone en la mesa.
Desunidas parimos hijos- balines de guerra-
parimos hijas -carne para hombres buitres-.
Ego
Mi ego ama para mi beneficio y sin compromiso,
su amor es fuerte oleaje contra rocas.
Su espíritu, a veces, cae hondo en la tristeza,
y resurge fuerte, en rebeldía.
Una obsesión malsana lo ancla a mi propio martirio.
El exhibicionista
Mis ojos captaron la figura en la entrada del edificio de enfrente, era la figura de un hombre que había descubierto mi ojeada al callejón desde mi ventana , dos pisos más arriba. Sosteniendo mi mirada se tocó la entrepierna y luego bajándose los pantalones me mostró un manojo de su carne.
Sucedió a Perla
Roberto, de pie por ocho horas en la línea de la fábrica era como cualquier otro obrero. Quien lo conoció en la fábrica de conservas jamás hubiera sospechado lo que aconteció en su hogar; el único recuerdo que dejó entre sus compañeros fue el de una persona con escaso sentido del humor.
Perla, su esposa, Sigue leyendo
Rosa Meditativa
La rosa meditativa
sobre las torres del Alcázar.
La espada del matador secciona su tallo
y meditativa la rosa queda suspendida
entre el cielo y la tierra,
entre el mundo y mi mano.
El más querido
El más querido tiene el sol en su sonrisa, sus manos agarran mi cintura bajo la luna. Su piel huele a flor del limonero, su pecho es un nido acurrucando mi amor.
Por la noche es libre como el viento y en la mañana es rocío sobre una flor.
En mi cama y en mi almohada es él, el más querido
La casualidad de amar
Como a un pez el anzuelo
tu amor me encontró
y me arrastró fuera de mí.
Me envolví en tu mirada,
me embaucaron tus palabras y
en mi frente llevé tu beso.
A lo lejos, una ranchera desesperada
y juro nunca más amar, pero,
el amor es sólo casualidad.
Nabila
Lo quiso, él era gentil , amable
llano a entregar su corazón.
Ella, desde siempre, arrastraba
amores perros en su corazón,
golpes, mentiras y engaños.
El duende jugaba en su cabeza,
su razonar lo disculpaba.
Una noche, en su huida,
él la alcanzó y con la llave de casa
le arrancó los ojos.
Conversación entre extraños
Reunidos en una ocasión fortuita
comunicamos sueños
compartimos consejos
como viejos amigos.
Confidenciamos el tiempo pasado
y planeamos el futuro
porque nunca más nos veremos.
Satchmo
Satchmo
Recuerdo que estaba nublado, un día de junio. Había llovido y las calles de la feria habían cambiado de color café tierra al castaño pues habían esparcido aserrín para evitar que se formara barro.
En el estand de Ferrocarriles mi padre se paseaba inquieto, esperaba que la pequeña radio funcionara y así poder escuchar el partido Chile-Italia.
Yo entraba y salía. A ratos iba a visitar otros estands, me estaba aburriendo con papá, aunque le había rogado me trajera con él a su trabajo.
Había bullicio y mucha gente visitando la feria de ASIVA, estábamos de fiestas porque el país era anfitrión del mundial del 62.
Recuerdo haber visto un espacio diferente a los estands construidos en madera, estaba cubierto por una carpa y desde temprano unos hombres entraban sillas plegables; esto me llamó la atención, pero luego lo olvidé.
Ya cerca de la hora del partido los visitantes se fueron a sus casas, la feria se quedó vacía, quedamos los cuidadores de los estands y yo…
De pronto escuché una trompeta, el sonido provenía desde la carpa… Me dirigí hasta allí y, con un poco de temor de ser descubierta, levanté el pedazo de lona que colgaba suelto…
En el escenario, un hombre imponente, negro y gordo, estaba sentado en un banquillo alto y soplaba con fuerza la trompeta, inflando sus mejillas como nunca lo había visto hacer…
Fue la primera vez que vi a un africano, primera vez que vi una banda, primera vez que escuché jazz, y primera y única vez que vi a Louis Armstrong.
Pérdida.
Contra los sucesos.
luché por conservar
la habituada llama,
la escudé con mi cuerpo
y quise ganarle al viento.
Se quebró el orden.
La puerta dio un golpe,
la ventana vibró.
Tenías la cara contra el vidrio,
la última vez que miré hacia atrás.
Amor de arcilla
Ese amor hecho de arcilla,
rojo en el crepúsculo de la tarde.
Alfarera fui en tus brazos y a mi gusto
moldeé tu cuerpo enamorado.
Fuimos dos figuras maleables entre las sábanas,
dos artistas en un escenario
recitando elocuentes parlamentos de enamorados.
Dolor…
En la oscuridad de la guarida y
a la lumbre del fuego,
fantaseamos ver hostiles gigantes en la pared.
Se apilan los cadáveres de seres humillados,
todos arrancados del curso natural de su vida o muerte.
Víctimas inocentes horrorizan
la historia de nuestra humanidad.
Jovenes
Árboles sin nudo en los brazos,
las ramas se topan o se apartan
al vaivén del viento.
Lleno de oxígeno y de sol
es el brote y desde la raíz crece
para beneficiar el mundo.
La noche antes del poder
La noche está estrellada, huele a vida renovada, a primavera.
Mañana será un día espectacular, todo está sincronizado y las alianzas confirmadas. Cuando me levante caminaré hacia la gloria del poder.
Los caudillos aparecemos en democracia, y al suprimirla pasamos a la historia del mundo.
Seré un dictador, yo, un tipo tan mediocre que el presidente me ha confiado las riendas del ejército por considerarme un mamerto, incapaz de hacer nada más que recibir órdenes. Soy el menos apto, pero el más ambicioso. Él nunca imaginó que mi puesto atraería a los buitres del norte, esos que husmean a la distancia. Ellos olfatearon el descontento de los privilegiados por la chusma desordenada y pueril.
El odio arde en mi boca.
Para llegar al poder se necesita el discurso, hay que hablar con convencimiento, hay que tener odio en el alma y hay que elegir un grupo a quien difamar y atacar.
Mañana a los humillados de siempre los pisaré como a cucarachas.
Estoy seguro: ni uno de mis soldados me fallará, ni los marinos, ni los aviadores, ni la policía, todos están bien indoctrinados. Les hemos creado un enemigo de la patria y están sedientos por dar la batalla para liberar a este terruño idealizado, este terruño lleno de soldados mistificados, patriotas que lucharon por la libertad, sin que nadie sospeche que lucharon para resguardar los intereses de los terratenientes criollos.
La noche está estrellada y titilan los astros a lo lejos… escribió Neruda, un comunista, un enemigo; hermosas palabras sin contenido… Los poetas son vendedores de aire caliente.
Me quedaré despierto esta noche, vestido de campaña, estoy ansioso por dar el golpe.
Cuando pequeño, en el campo, mataba pajaritos de un hondazo. Tengo fe de que no he perdido mi puntería, voy a derribar a este sistema democrático, voy a darle justo en el punto para que se desplome con efecto dominó.
La historia se repite, la erradicación de rata es algo que debe hacerse de tiempo en tiempo. Las ratas rojas, sí señor, peor que los mismos judíos, ratas que se unen para tomar el sacrificio ajeno y burlarse del empresariado.
Me hierve la sangre saber que han invadidos nuestros barrios, nuestros balnearios, nuestros colegios, ratas, ratas rojas. Quieren arrasar con la diferencia de clase entre los de arriba y los de abajo.
Gracias a Dios, al amanecer estaremos en las calles y ellos en las alcantarillas, escondidos, huidos… Las ovejas retomarán su lugar.
No más tribuna para los intelectuales rojos, ni para los pervertidos homosexuales o las putas sucias. Mañana comenzará el orden, de nuevo.
Solos
Solos…
Como si fuéramos lobos.
Apartados por circunstancia.
Cómodos en el bosque
y asustadizos en rascacielos.
Siempre solos…
La risa asusta
La mirada desconcierta.
Desbordados de soledad escapamos,
a encontrarnos nuevos espacios vacíos
Solos…
Al brillo de la luna
aulla nuestra alma, y
sin ella, seriamos sólo oscuridad.
Tertulia
Expertos en conversación frívola
sentados a la mesa
compartiendo la impuesta celebración Sigue leyendo
Plaza Echaurren

original de María Belén de nueve años
En la esquina el organillero toca
la canción que el niño canta,
el loro saca la suerte
mientras el mono baila. Sigue leyendo
Mi familiar máscara
original de María Belén, 9 años
Con tus ojos vi la inocencia donde no estaba
y con tu nariz olí perfume en la podredumbre de las flores.
Fui sorda a la verdad y cubrí el desconsuelo con mi máscara para proteger mi sanidad…