El gallo dejó caer el ala frente a la estatua y levantó la cresta en un remolinar de pluma. La más bella diosa de la galería sostenía entre sus finas manos, sobre su vientre redondo y la media luna de sus pechos, a la gallina de los huevos de oro.
El gallo dejó caer el ala frente a la estatua y levantó la cresta en un remolinar de pluma. La más bella diosa de la galería sostenía entre sus finas manos, sobre su vientre redondo y la media luna de sus pechos, a la gallina de los huevos de oro.