Albañil,
con maestría levantas la casa
donde habita mi amor.
Tu boca aviva mi cuerpo,
el reloj vuelve su espalda,
y el mundo se desvanece en mi mente.
Tu grito escucho en
la liviandad del sexo disfrutado…
luego,
te liberas de mi abrazo,
mustio y desarmado, te vas…