
coronavirus,3d render
Mientras las hojas en los árboles aún están verdes, ninguna de ellas ha caído antes de tiempo, yo yazgo sobre este camastro en el pasillo de un hospital. Estoy agónico y asustado, desmoronados frente a un patógeno invisible que menoscaba mi salud.
Ayer brindaba por el éxito de un futuro resguardado por la tecnológica, hoy he recordado que la sabiduría humana la perdí cuatro mil años atrás a la orilla de dos ríos, poco antes de echar a andar toda esta maquinaría de mercado.
Imperio tras imperio, mientras más peones tiene el juego más dura la farra y es más grande es el botín. Más adinerados unos pocos, tanto más pobre la mayoría.
En este mundo sanitizado me olvidé de los virus y son más ciertos que el Dios celestial.
Ahora el virus castiga mi arrogancia, está apoderándose de mis pulmones, llevándose mi vida. Pido una tregua, un pequeño espacio para alejarme y dejarlos pasar, sin irme con ellos.
Hoy un amigo me decía que esto es lo más parecido a una guerra, algo que ni él ni yo hemos conocido. Ojalá esta sea más benévola que las miles y miles de guerras que han sufrido los “peatones de la historia” (como solía decir mi querido Vázquez Montalbán) desde que empezamos a ser humanos cuatro mil años atrás, a la orilla de dos ríos.
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Si mueres antes que yo, déjame tu obra y yo si que la publica para qu el mundo comparta tu talento y sabiduría >
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